Su historia se inició en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando muchos destiladores británicos elaboraban sus licores en la clandestinidad acuciados por los altísimos impuestos con los que se gavaba a los fabricantes. Actualmente, Glenmorangie exporta su whisky a más de 120 países y está considerado como uno de los más deliciosos del mundo.
La pequeña plantilla de Glenmorangie no llega a los 20 artesanos, un pequeño número que forma parte también del secreto de la fabricación de este whisky. La mayoría forman parte de una familia que ya ha trabajado para la destilería, de manera que se trata de una elaboración cien por cien artesanal y hereditaria.
Para el envejecimiento de su whisky, Glenmorangie utiliza sólo barriles de roble ya usados que se reponen después de haberlos rellenado tres veces.